
Este análisis está dedicado a quienes desde el pensamiento ultraliberal o respondiendo a oscuros intereses, pretenden que la cuenta del banquete pantagruélico sea pagada por los que ni siquiera comieron las migas que cayeron de la mesa.
Cada día aparecen más intentos de incorporar en el inconsciente colectivo la necesidad de cargar sobre las espaldas de los trabajadores una parte abusiva y absolutamente desproporcionada del peso de la crisis.
Del mismo modo que a finales del 2.007 no había día en que el tema de las caídas de empresas era moneda corriente, hoy hay que quitar la cizaña del trigo en la información y ver que se perfila entre tantos encuentros de libres pensadores y filósofos de la new age, post explosión subprime.
Se organizan encuentros, congresos, seminarios, reuniones técnicas, presentaciones de estudios y todo cuanto evento de carácter pseudo científico sirva para ir introduciendo la idea de descargar en los únicos que carecen de posibilidad de gritos, la brasa ardiente de la orgía inmobiliaria-financiera.
Seamos claros ¿cuántos concursos necesarios se han admitido impulsados por los trabajadores?
Es así, como reconocidos intelectuales devenidos en lobbistas de quien sabe que intereses, no cesan de efectuar propuestas tendientes a la reducción del coste laboral incluyendo las recetas más tradicionales, ortodoxas y poco imaginativas, a las que cualquier observador no demasiado enterado puede intuir respecto de quienes serán los beneficiarios y quienes los perjudicados.
Flexibilización salarial, Coseguros, reducción de indemnizaciones llevándolas a 12 días por año, según lo último que leí, aunque que no descarto que en poco tiempo algún otro audaz se atreva a proponer bajas aún mayores y porque no hasta eliminarlas por completo, aumento de la jornada laboral y cuanta genialidad la imaginación permita, obviamente respondiendo a su ideario, el cual espero que esté exento de cualquier influencia que pueda formar parte de su declaración de la renta.
Este no es un tema menor, aunque falta la fresa del postre y considerando la sublimación del pensamiento reinante en el mundo globalizado no sería de extrañar que en algún momento se comenzara a plantear la retroactividad de las modificaciones, quizás hoy pueda parecer lindante con la locura pero a situaciones excepcionales (y esta lo es) propuestas también excepcionales.
Con este planteo limítrofe con la paranoia podría llegar a conseguirse que las sentencias que se emitan en el futuro pudieran contener estos elementos preconciliares, esto no pasará ya que tiraría la seguridad jurídica a la basura, pero cuanta sugerencia asintótica exista o pueda ser imaginada no debe descartarse y obviamente estar lo suficientemente alertas, ya que uno nunca sabe por donde se la intentarán colar.
Mientras tanto se ve, casi con sentido morboso, que día a día se anuncian nuevos planes de reducción de personal, con lo cual es dable pensar que todas las plantillas estuvieron sobredimensionadas, ya que si en el futuro inmediato todo se puede hacer de una forma que hasta hace poco no podía (en relación con la cantidad de trabajadores) será porque algunas empresas eran en realidad ONG y nadie se había enterado.
No seria de descartar que en algún tiempo, los trabajadores con representación junto con aquellos que sólo se representan a si mismos y los que representándose a si mismos ya ni son trabajadores, se replantearan la situación y en forma mancomunada se expresaran en algún sentido.
Da terror ver las cifras de despidos que se van planteando, cada vez se habla menos de cientos para ser en la actualidad de a miles y que nadie dude que esto traerá cola.
Si crece la morosidad, como todo parece indicarlo, los bancos y cajas se quedarán con alguna propiedad, la cual seguramente la pondrán en el mercado y su objetivo ultimo será recuperar lo que en cada caso han prestado, ergo, se volcarán al mercado al precio de las hipotecas lo cual conllevará una baja de todos los demás, ya que así funciona el sistema.
De todos modos si siguen con el grifo un poco cerrado será difícil comprar, con lo cual hasta que este círculo poco virtuoso no se corte habrá que esperar pocas nuevas promociones, pocos nuevos trabajos y poca reducción del paro, más bien todo lo contrario.
Parece increíble, aunque no tanto, que las acumulaciones del pasado se mezquinen en el momento del pago de las indemnizaciones, único reaseguro que la gente tiene ante un esquema de libertad de mercado como el vigente en occidente, máxime cuando en épocas de vacas gordas el reparto no incluía a las plantillas, eso si que es capitalismo puro y duro.
El sistema bipolar de ahora socializar las pérdidas y nunca los beneficios es poco ético y la posición de los sindicatos en este tema es definitoria, la no aceptación de la guantanamización de los derechos es un pilar de las relaciones, para la resolución de cualquier conflicto laboral y obviamente social.
Quienes asumieron mayores riesgos lo hicieron en la búsqueda de mayores beneficios económicos, sociales o de cualquier otro tipo, pero no se me ocurre pensar que hayan sido guiados por un exacerbado espíritu filantrópico y de futuro distribucionista, con lo cual parece lógico que, si se dio vuelta la tortilla asuman sus responsabilidades como corresponde, sin distracciones ni picardías, máxime cuando algunos en la bonanza esquizoide no repararon en compromisos, tanto en el dar como en el pedir, o lo que es aún peor, la ambición desmedida los llevó a vivir en una nube irresponsable de la cual hoy se lamentan y arrastran al conjunto de la sociedad.
Mientras tanto se ve, casi con sentido morboso, que día a día se anuncian nuevos planes de reducción de personal, con lo cual es dable pensar que todas las plantillas estuvieron sobredimensionadas, ya que si en el futuro inmediato todo se puede hacer de una forma que hasta hace poco no podía (en relación con la cantidad de trabajadores) será porque algunas empresas eran en realidad ONG y nadie se había enterado.
No seria de descartar que en algún tiempo, los trabajadores con representación junto con aquellos que sólo se representan a si mismos y los que representándose a si mismos ya ni son trabajadores, se replantearan la situación y en forma mancomunada se expresaran en algún sentido.
Da terror ver las cifras de despidos que se van planteando, cada vez se habla menos de cientos para ser en la actualidad de a miles y que nadie dude que esto traerá cola.
Si crece la morosidad, como todo parece indicarlo, los bancos y cajas se quedarán con alguna propiedad, la cual seguramente la pondrán en el mercado y su objetivo ultimo será recuperar lo que en cada caso han prestado, ergo, se volcarán al mercado al precio de las hipotecas lo cual conllevará una baja de todos los demás, ya que así funciona el sistema.
De todos modos si siguen con el grifo un poco cerrado será difícil comprar, con lo cual hasta que este círculo poco virtuoso no se corte habrá que esperar pocas nuevas promociones, pocos nuevos trabajos y poca reducción del paro, más bien todo lo contrario.
Parece increíble, aunque no tanto, que las acumulaciones del pasado se mezquinen en el momento del pago de las indemnizaciones, único reaseguro que la gente tiene ante un esquema de libertad de mercado como el vigente en occidente, máxime cuando en épocas de vacas gordas el reparto no incluía a las plantillas, eso si que es capitalismo puro y duro.
El sistema bipolar de ahora socializar las pérdidas y nunca los beneficios es poco ético y la posición de los sindicatos en este tema es definitoria, la no aceptación de la guantanamización de los derechos es un pilar de las relaciones, para la resolución de cualquier conflicto laboral y obviamente social.
Quienes asumieron mayores riesgos lo hicieron en la búsqueda de mayores beneficios económicos, sociales o de cualquier otro tipo, pero no se me ocurre pensar que hayan sido guiados por un exacerbado espíritu filantrópico y de futuro distribucionista, con lo cual parece lógico que, si se dio vuelta la tortilla asuman sus responsabilidades como corresponde, sin distracciones ni picardías, máxime cuando algunos en la bonanza esquizoide no repararon en compromisos, tanto en el dar como en el pedir, o lo que es aún peor, la ambición desmedida los llevó a vivir en una nube irresponsable de la cual hoy se lamentan y arrastran al conjunto de la sociedad.
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