miércoles, 16 de julio de 2008

APARTE ¿HAY QUE HACER LA CAMA?



A los que están gastando los zapatos yendo a los Servicios de Mediación, Arbitraje y Conciliación como paso previo a los Juzgados y están intentando demostrar la existencia de la “Responsabilidad Solidaria”




Muchos hipotecados y/o endeudados no llegan a fin mes y si encima si no cobran ni del paro, la situación se les complica un poco más, veamos porque:

En Valencia, algunos trabajadores están presentando demandas de extinción de contratos laborales contra sus empresas (promotoras y/o constructoras) por diferentes causas. Hasta aquí nada novedoso, normal podríamos decir en esta época.

Lo que llama un poco la atención, es que algunos lo hacen contra 10, 20 o más empresas, porque forman un grupo y aunque eso no tiene nada de malo, lo que resulta un tanto llamativo es que haya tantos grupos que tengan tantas empresas y que sea esta situación conocida casi sólo por sus familiares y amigos.

Si bien no existe ningún inconveniente en que se constituyan empresas y cuantas más mejor, no estaría de más que quienes tienen varias empresas con el mismo objeto social no desatendieran ninguna y que llegado el caso, respondieran solidariamente, como mínimo ante sus plantillas, sin necesidad de farragosas presentaciones con la finalidad de demostrar lo obvio, ya que a veces no es tan simple, a pesar del intercambio de trabajadores, la caja única y algunos otros indicios que hacen al funcionamiento de un grupo como tal.

Dicho en términos sencillos, ¿hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta que Clark Kent y Superman son la misma persona?

Dueños comunes, administradores únicos comunes, apoderados comunes, direcciones comunes, objetos sociales comunes, bancos comunes y sin embargo una duda me inquieta ¿los bancos conocen estos datos?

Aunque no puedo poner las manos en el fuego por lo que pienso, a veces tengo la impresión que quienes han prestado tanto dinero no conocían la totalidad de la información, ya que otro modo serían cuanto menos partícipes necesarios en muchas situaciones.

Quizás pueda parecer un planteo stalinista, pero sería muy atractivo ver que desde el Estado se le efectúan tan sólo algunas preguntas a dichos prominentes empresarios, como por ejemplo:

¿Qué planes tiene para esas empresas que producen nada?

A partir de allí, gravarlas de un modo que se desaliente las empresas ociosas, las segundas marcas tipo “por las dudas” y así transparentar el mercado.

Existe una tendencia, quizás más cercana a la fantasía que a la realidad mediante la cual hoy se puede cerrar una empresa con deudas y mañana continuar con otra que esté, por decirlo de alguna manera, limpia.

Pero volvamos al tema de los empleados, la crisis y sus consecuencias, ya que hay un hecho que resulta paradójico y es cuando el contrato laboral se pretende extinguir por voluntad del trabajador, por ejemplo cuando el empresario no abona los sueldos y ni que hablar si esa situación se da cuando la empresa forma parte de un grupo, de un semi grupo, de un proyecto de grupo o si en realidad es puro grupo (en el sentido más rioplatense de la definición) a veces, nadie conoce a nadie y puede caerse en un ir callejón sin salida, aunque inicialmente pudiera parecer lo contrario.

A partir de allí y luego de los trámites que corresponden, el empleado (víctima) pasa a convertirse en paciente socio-financista del empleador (victimario) en una especie de sociedad satánica, que quizás algún día se revise.

La razón es la siguiente, quien queda en esa situación mientras no exista sentencia, debe seguir concurriendo a su lugar de trabajo, sin cobrar, sin derecho al paro y en el supuesto que decida marcharse, por que consiguió otro trabajo o directamente porque no aguantó más, pierde el derecho a la indemnización y esta parte, si dependiera de mí, seguro la cambiaría.

Lo que motiva el inicio de la presentación de la extinción, es, obviamente, responsabilidad de un tercero, sin embargo se lo premia a quien no ha cumplido con su obligación en caso que el trabajador desista de concurrir a su trabajo (por el que no cobra) o dicho de otro modo, se castiga al más débil debiendo esperar a que el empleador le pague cuando salga la sentencia, y porque no decirlo, que ahí también empieza otro camino, ya que nada es inmediato, baste recordar la teoría de las empresas sustitutas.

Ni que hablar si la empresa entra en concurso de acreedores y mejor no pensar en otras situaciones, aún peores.

Existen los salarios de tramitación, pero para acceder a ellos es preciso esperar a la sentencia, aunque el pago de la letra o del alquile, y el diario vivir no espere tanto tiempo, con lo cual si bien es una ayuda importante, la cuestión sería no recibirla luego que uno haya enloquecido.

En el mientras tanto, o sea durante el período que va desde que se dejan de percibir los salarios hasta que alguna vez se cobra algo, se sigue viajando, gastando ropa, comiendo (ya ni digo almorzando ni yendo a tomar un café) y eso cuesta alrededor de 300€ al mes, salvo que uno se traiga un bocata de la casa y en el banco de una plaza se siente a comérselo, como un turista apasionado con el paisaje.

Situaciones así alguien las debe haber visto y vivido, ya que con tantos que van engrosando las listas de parados algún antecedente de este tipo habrá.

Entre tanto se me plantean otras dudas:

¿Alguien ha visto a un empleador que no paga los salarios a su plantilla, viajando en autobús?

¿Ha visto a sus hijos desapuntándose de la universidad privada y buscando la continuidad de sus estudios en la pública?

¿Ese hermoso todo terreno con el que pasea por la ciudad, se lo ganó en un concurso de una compañía de móviles o lo sigue pagando?

¿Los vieron en los centros de salud del barrio?

¿Se los encontraron comiendo menús en el mismo bar cutre en el que usted, si puede, sigue asistiendo?

¿Los espera ver este verano en la piscina del Ayuntamiento?

Adivino las respuestas, ya que yo los veo con los mismos coches de alta gama y hasta comiendo en los mismos lugares llenos de glamour, entonces, cada día más, entiendo a los que no se conmueven con algunos aspectos de la crisis y mucho menos con ciertos “presuntos damnificados”.

Esta situación, lamentable por cierto, golpea a todos, a unos más y otros menos, y aunque no dudo que los que mucho perderán serán los que mucho ganaron no dejo de solidarizarme con los que la sufren desde otro ángulo.

Aunque con esto no alcanza, para conformar a nadie y partiendo del supuesto que pocos se harán el harakiri, es bueno recordar que el mercado es así, el capitalismo es así, la globalización es así, y también que en los paraísos fiscales los que guardan la pasta no creo que sean los que viajan en autobús, ni los que frecuentan los mercadillos.

Esta crisis pondrá varias cosas en su lugar, sólo espero que no sean únicamente los trabajadores quienes se deban hacer cargo de la situación y que quienes la provocaron o al menos irresponsablemente la potenciaron, en vías de beneficios mucho más rentables que los simples currantes hagan su aporte en la verdadera medida no sólo de sus posibilidades sino de cuota de en el hinchamiento de la ex burbuja.

Por supuesto que no todos son responsables de lo que se viene, pero convengamos en que quienes más se han beneficiado con esta situación, que ha llegado a su fin, sería absolutamente razonable que efectuaran el mayor aporte y no que le hicieran ¡ole! a la crisis, paseando este verano su anatomía por Marbella, sólo como para citar un lugar.

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