miércoles, 16 de julio de 2008

CRONICA DE UNA CRISIS ANUNCIADA

La presente reflexión está dedicada a quien compartiendo mi mesa en Febrero de 2007, me planteó su teoría del aterrizaje suave y de la invariablidad de los precios de los pisos y a Don Adams, quien supuso que la crisis de la construcción sólo afectaría a las constructoras.


Un día aumentó el petróleo y los resultados económicos de dicha subida en algún lado fueron depositados, luego fue necesario que esa inversión fructificara y así se potenció la deuda externa del tercer mundo, dando paso a un sinnúmero de cuestiones que aún persisten y que hasta en algún momento hicieron pensar que al disfrutar de esos préstamos, una parte volcados al estado de bienestar, convertiría a los proletarios en propietarios.
Pasaron algunos años, las crisis explotaron y los que creían haber alcanzado la panacea del primer mundo por tener una 4×4 o vivir en una casa que nunca habían soñado, un día descubrieron que más que un sueño era una pesadilla.

Sin más, parece que la historia vuelve a repetirse.

La saturación del mercado inmobiliario no es la causa de un problema, es la consecuencia, mientras se construyó como si fuera el ultimo día, se crearon puestos de trabajo, se instaló la ecuación que suelo heredado más conocido director de banco era igual a promotor y que albañil despierto más secretaria era igual a constructor y ya es tiempo que cada cosa vuelva a su lugar, lamentable pero inexorablemente sucederá.

En este sistema asimétrico de ecuaciones inverosímiles también se dio el caso que cualquiera era propietario y que la inversión en ladrillos con fines meramente especulativos tenía sello de eternidad, o sea se había descubierto la fuente sagrada de la eterna juventud, sin contar que algunas cosas no del todo legales han sucedido y que se han encontrado a quienes cedieron ante la tentación de permitir que menos en el agua, se construyera en cualquier parte.

Recordemos que las subas de los pisos guardó una relación exagerada y un poco escandalosa con el IPC, que se vienen estancando las ventas y salvo que las leyes de la naturaleza cambien, no sólo se estabilizarán los precios sino que bajarán, por más que los especialistas lo nieguen y los egresados de masters pretendan dar explicaciones que chocarán con las que den los más novatos empleados de inmobiliarias.

Así las cosas hasta que nuevamente todo vuelva a su curso, en el cual el acceso a la vivienda sea algo reservado a quienes realmente puedan o al menos que juventud y propiedad se vuelvan un tanto más incompatibles.

Dos coches, piso en urbanización, viajes, ropa de primera marca, etc. todo a base de endeudamiento es una receta peligrosa para cualquier familia, sin contar que para que todo eso se materialice no alcanza con un sueldo y se vuelve algo más que estadísticamente preocupante la bajísima tasa de natalidad, ya que eso producirá un efecto tipo boomerang que en poco tiempo se hará notar como un huracán.

Si es realmente cierto que por cada vivienda que no se construye se pierden alrededor de 3 puestos de trabajo, estamos en las puertas de tener un millón de sufrientes incorporados al paro y si están pagando la hipoteca quizás puedan tener necesidad de venderla para pasar a algo más humilde, con menos glamour y en ese momento tendremos un efecto a varias bandas, muchas viviendas volcadas al mercado, depresión de precios, dificultad de ventas, reconversión laboral y un espiral descendente que seguramente alguien detendrá.

Cuanto más se escucha que las inmobiliarias hablan de un proceso estacional, más creo en la estructuralidad, cuanto más se escucha hablar de la reabsorción más creo en el engrosamiento del paro, las obras continuarán pero a cualquier observador no demasiado percatado de la realidad no se le debería escapar el futuro en ciernes.

Quienes han entrado en esta vorágine apenas haya comenzado tienen una realidad ante sus ojos, a quienes les haya tocado el turno algún lustro después la situación será distinta y quienes hayan embelezado sus oídos con los cantos de sirena seguramente no les depare el mayor bienestar la situación que se avecina.

Los tiempos que se sucederán a los actuales, con el fuertísimo endeudamiento, el incremento hasta sólo Dios sabe cuando de los intereses y fundamentalmente con la cultura de consumo desenfrenado deberá en algún momento producir en crack que aunque parezca insólito, a alguno puede tomar desprevenido.

¿Se mantendrá la ralentización de la venta de segundas residencias y consecuentemente se disminuirá el ritmo emprendedor? La respuesta es obvia, y ¿con las primeras residencias? Algo menos pero también, y ¿con la construcción en su conjunto? Como no puede ser de otra manera seguramente le sucederá algo similar.

De todos modos no es necesario desesperar, nos encontraremos ante muchos que habrán hecho las cosas bien, que habrán diversificado, que se habrán expandido, que habrán purificado y emprolijado sus estructuras funcionales, que habrán quitado los gastos superfluos, etc. y esos podrán mantener las carteras de clientes, cumplirán con sus compromisos y responderán con tranquilidad ante las dudas y temores de sus plantillas, en síntesis sortearán el vendaval con algún herido en sus filas pero con pocas bajas, al resto quizás no le vaya tan bien.

Debo reconocer que una duda me embarga, como puede ser si toda esta situación se venía anunciando que aún hoy a algunos los tome por sorpresa, en el ambiente se comentaba hace algún tiempo, la prensa lo recogía y la percepción general marcaba rumbos inequívocos.

También llegará el día en que los profesionales del sector sean justamente eso, los profesionales del sector.

Quizás nada de esto pasé, quizás las tasas de interés desciendan, de todos modos la posibilidad que esto suceda, a juzgar por las informaciones que por todos lados aparecen, debería sorprender a varios, entre los que me incluyo.

Lo sucedido hace unos meses en un banco en un inglés, que terminó con la nacionalización (y quizás no sea el último) es un toque de atención, así empezó la historia en Argentina y luego vino el “corralito”, por lo que sería bueno no tropezar otra vez con la misma piedra y aunque las situaciones son bastante diferentes y el fenómeno es inexportable, no estaría de más tomar algún recaudo, porque las brujas no existen, pero que las hay, las hay.

Ya está bien de comprar solares en la Luna esperando que puedan ser recalificados, ya está bien de dar préstamos en forma poco responsable, ya está bien de suponer que la mano de obra poco cualificada es sólo la que trabaja a pie de obra, ya está bien de proyectos con todo a definir por la Dirección Facultativa, ya está bien de la dictadura de la falta de intelecto.

Hay que comenzar a prepararse para la cuando se dé vuelta la tortilla y a decir verdad, de un lado ya parece que está bastante cocinada.

La construcción es un motor de la economía del que no debe abusarse, ya que cuando se detiene puede generar efectos catastróficos.


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