
Este análisis está dedicado a todos aquellos que haciendo manifestaciones conspicuas de irresponsabilidad, han colaborado a avivar el fuego de la actual situación y que aún no se han golpeado el pecho diciendo: “…por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa…”
A pesar de todo lo escrito creo que hay otras cosas por decir ya que en esta crisis, que se cargará todo cuanto se ponga en el camino, no dudo que hay responsabilidades compartidas, aunque de diferente envergadura.
Está acabando la fiesta y a pesar de muchas cosas que he leído, no he encontrado aún una autocrítica sentida, que me haya hecho pensar que la toma de conciencia no se reducirá solamente a no ir de compras a la cadena del triangulo verde y creo oportuno reflexionar sobre el particular.
Obviamente de las consideraciones no saldrá la solución, como tampoco sale de los lamentos, pero quizás a alguno le sirva para tomar conciencia, de que en este juego donde casi todos perderemos, son más los responsables de los que nos creemos y que no estaría de más reflexionar, sin que un programa de televisión de los viernes nos hiciera aclaraciones tan elementales como que se debe gastar menos de lo que se gana sino, el futuro será negro y oscureciendo.
Vamos por partes:
De no ser por la situación internacional sumamente favorable de los últimos años, por la estabilidad, por los vinculados bajísimos intereses (ligados a los factores anteriores) nunca podrían haber sido propietarios muchos actuales hipotecados ni podrían haber accedido a los niveles de consumo desenfrenado que se ha visto en los últimos tiempos.
Pero claro, como el camino al infierno está sembrado de flores, la ecuación “pido una hipoteca que me absorba el 60/70% del sueldo y con lo que aumenta la propiedad hago negocio” parecía sensacional.
Aún había más, como los tasadores que mandaban los bancos eran todos tontos y me lo tasaban más alto de lo que valía, con lo que me daban pagaba todo sin poner nada y encima me sobraba y como la tarjeta me permitía complementar el préstamo personal, que el banco me daba a cambio de domiciliar la nómina, el circuito cerraba.
En el desenfreno de la sociedad idílica, los propietarios de los solares también tuvieron su Agosto y los suelos subían sin solución de continuidad, total todo se vendía y así crecieron los valores hasta el infinito, se necesitó mano de obra poca cualificada, que viniendo del hambre gastaran todo lo que cobraban y el motor funcionaba a pleno.
La publicidad batalló para ayudar y no tener un auto nuevo, también a pagar, fue casi símbolo de no entender el estado de bienestar.
Genial, así da gusto vivir.
Al llegar a este punto cabe preguntarse si alguien pensó que los bancos, que daban casi todo a cambio de nada y para casi todo el mundo eran devotos de las Carmelitas Descalzas, habían hecho cursos acelerados de filantropía, habían mutado a ONG´s o pensando que el fin del mundo estaba cerca y por eso habían decidido salirse del capitalismo globalizado y salvaje para remediar las hambrunas y sostener la calidad de vida de los currantes.
La respuesta obvia es que no y quienes se lo hayan creído que Dios lo coja confesados.
Sigamos.
¿Que les ha pasado por la cabeza a los padres de los hoy deudores, en general jóvenes (y no tan jóvenes) de entre 30 y 50 años, ¿olvidaron recordar que a los hijos hay que educarlos y formarlos de cara a la realidad? o lo que es aún peor, por haber descubierto más tarde que temprano la virtualidad del mundo gracias a Internet ¿ también creyeron la vida era un avatar y que por ser testigos de la movilidad social (o sea tener hijos profesionales cuando ellos mismos no lo fueron) ya estaba todo resuelto?
Con esta situación todos ganaron por un rato, ahora que aparecen los problemas sólo hay lamentaciones y de eso ya está bien.
Ya está bien de no entender cómo se generó todo esto, el que no se quiera enterar que no se entere, pero que deje ver fantasmas y de pensar que “a mi no va a pasar” o de suponer que esto “es pasajero” o aún peor que “a mí que me importa si no soy no promotor, ni constructor, ni trabajo en nada relacionado con este tema y encima ni tengo hipoteca”
¿La responsabilidad es de los bancos? Obviamente.
Por acción u omisión, en definitiva los que tienen la función de administrar nuestros aportes son ellos y no nosotros, que no entendemos nada de lo que es la macroeconomía, ni sabíamos quienes eran los “ninjas”, ni de titulizaciones ni nada de toda esa magia financiera que hacía florecer beneficios hasta de las piedras y que hoy se están volviendo un tanto menos solventes, no sólo en EEUU.
¿La responsabilidad es de los promotores? Obviamente.
Quien puede dudar del elevado nivel de especulación, por más que se quiera denominar como inversiones de alto riesgo a la compra de solares casi en la luna (con recalificación predatada, en algunos casos) porque para que haya negocio debe haber responsabilidades más que compartidas.
¿La responsabilidad es de los compradores? Obviamente.
No autores materiales ni intelectuales de la situación, pero cuanto menos partícipes necesarios y como se dice en el tercer mundo que “nadie puede aducir su propia ignorancia”.
Es tarde después de firmar para decir que el contrato tenía letras pequeñas, si hasta hay algunos que aún dicen que no esperaban que el euribor subiera, pobres, lo lamento de todo corazón.
Así está la cosa, ojalá mejore, pero cuando la ola del tsunami se retire, que nadie se crea que no tendrá problemas porque vive lejos de la playa.
Veamos con simpleza por qué, ya que también hay que explicar que “velocidad y tocino” algo tienen que ver.
Esta situación global, sí, global, de globo, así se ha inflado con el aliento de los magos, los especuladores y los poco precavidos, seguramente se cargará, sin más, varios puestos de trabajo, pero no de la construcción o del mercado inmobiliario sino de todo o al menos de casi todo, porque quienes trabajaban en forma directa o indirecta con estos gremios lo van a sentir y mucho y en caso de duda se le puede preguntar al de la papelería o al del bar de enfrente, que sin haber realizado masters, cada día cuando hacen la caja se dan cuenta.
Entonces, con el consumo en baja, la producción, la parte que está destinada al mercado interno deberá resentirse, salvo que el paro pase a pagar subsidios espectaculares que sostengan el consumo, pero eso parece difícil que suceda.
Con este cuadro de situación los sueldos bajarán, ya que la crisis afecta a la gente pero no al modelo, con lo cual la ley de la oferta y la demanda se mantendrá e inexorablemente si para cubrir un puesto hay el triple de postulantes que hace un año, el que quiera trabajar deberá aceptar peores condiciones y así bajará el listón de todos. Ni bueno ni malo, sólo real.
Al día de hoy recolocarse con una merma del 30 % es casi una misión imposible y esto seguirá creciendo (o sea la reducción) con lo cual si sumamos lo que pueda aumentar el euribor, el petróleo, los alimentos (eso es otro problemita que se viene y con fuerza) y la reducción de los sueldos, sería esperable que el afán consumista se retraiga, ya que de no ser así, más de uno puede llegar a pasarla decididamente mal.
No todo está perdido, aún nos queda la esperanza, la esperanza que aquellos que están en el tomate sean capaces de hacer lo que corresponda, para evitar que la crisis del 30 sea un juego de niños ante el futuro que parece avecinarse.
Esperemos que los gobiernos y las oposiciones encuentren los caminos adecuados, aquí y afuera, de este lado del atlántico y del otro, sino la cosa se va poner realmente fea.
La construcción es necesaria, pero no se puede pretender desarrollar un país haciendo casas, como tampoco se puede decir que este sistema financiero (subprime, incluido) es bueno pero que fallaron algunos controles.
Hace años lo cantaba Serrat, “… se acabó la fiesta…” y hoy toma inusitada actualidad, ya es tiempo que vuelva el pobre a su pobreza y que los nuevos ricos honestos, si les corresponde, paguen hasta el ultimo euro que deban si beneficiarse con los concursos de acreedores colgando a todo el mundo, ya que alguna cosita también habrán hecho.
Para nuestros hermanos financieros internacionales, verdaderos genios creadores de la magia, que alguna vez hagan algo que no sea únicamente en beneficio propio, ya que a la vuelta de la esquina está el día después y las manifestaciones conspicuas de riqueza son la otra cara de la moneda de varios millones de personas que se están muriendo de hambre y eso también se debe acabar.
De no ser así, es mejor no imaginar el futuro.
Otra buena (?) noticia:
Ahora se pueden refinanciar las hipotecas sin coste, pero claro, la operación de cambiar el plazo para bajar la cuota mensual lleva implícito el pago de mayores intereses y lo que hoy parece la panacea, se convertirá en un aumento terrible de la deuda, llegando en algunos casos al 50% o más.
Con lo cual es mejor asesorarse bien antes de, otra vez, comprar con la tarjeta (en sentido metafórico) ya que puede parecer la política del avestruz, o sea la de meter la cabeza en un agujero pensando que no te ven o lo que es lo mismo pensar que porque se respira del problema ya no existe problema
Conclusión:
Si compraste un piso que no puedes pagar, primero piensa si no te fuiste de escala, si no tienes más de lo realmente debías y podías acceder y luego ponlo en venta, siempre va a ser mejor verlo en Internet en venta y no en subasta por orden de algún banco, obviamente antes que sea tarde.
Si tienes varios coches, larga rápido alguno, la máquina cazabobos no se detiene, no perdona y si piensas que a ti no te va a tocar, quizás tengas razón, pero de tentar al demonio no se sale bien parado y a cualquiera le cabe, hasta al más pintado.