miércoles, 24 de septiembre de 2008

SITUACIONES DISTINTAS - CONSECUENCIAS SIMILARES


Este análisis está dedicado a los que saben que efectos provoca la hiperinflación, por que lo leyeron en los libros de economía o porque se los contó algún amigo que cruzó el Atlántico.

Aunque resulte poco grato y aún menos novedoso, presentir que la actual situación financiera mundial traerá consigo una disminución de la calidad de vida, al menos para la mayoría, parece ser una verdad poco objetable.

A finales de la década del 80, Argentina vivió un proceso hiperinflacionario, lo que si significa una situación que para los que conocen el fenómeno no es necesario aclararla y para los que lo conocen es mejor ni siquiera explicarla.

En ese momento, la inflación en un mes fue del 200% y al mes siguiente del 100%, o sea que lo que un día costaba 10, al mes costaba 30 y al mes siguiente costaba 60, luego disminuyó hasta acomodarse a los valores normales para esos tiempos en esas latitudes.

La mayoría de los trabajadores no recibieron esos aumentos en sus salarios como compensación (yo fui uno de los privilegiado ya que trabajaba en una multinacional) con lo cual no hace falta mucha explicación como para entender como vivieron de ahí en adelante.

Los que tuvieron la suerte tremenda que les indexaran los sueldos (indexar= actualización con los índices oficiales de inflación) la pasaron bastante mejor.

Resumiendo, los precios aumentaron muchísimo y los sueldos menos, poco o nada, consecuentemente la posibilidad de continuar con la forma de vida anterior, o sea el consumo, se redujo drásticamente, hasta niveles difíciles de creer.

Hoy aquí y por esas cosas que tiene el mercado, a través de caminos muy diferentes puede llegarse a vivir situaciones, que aunque no sean comparables en la intensidad, podrían convertirse en similares en cuanto a las consecuencias.

Hay un elemento que juega muy a favor, hoy la economía es mucho más sólida, la red de protección social es un elemento prioritario en la gestión del gobierno y el BCE, procura por todos medios controlar la inflación, con lo cual a pesar de las subidas del IPC, este se mantiene en limites no infartantes, aunque cada vez sean necesarios más euros para llenar el carrito de la compra.

A pesar de esto, la crisis financiera internacional ha provocado que hayan disminuido los préstamos hipotecarios y de consumo, con lo cual se ha frenado inicialmente el sector inmobiliario, acto seguido la construcción de viviendas, inmediatamente todo lo relacionado con esos sectores y al rato todo lo demás, a pesar que aún quedan sectores que por diferentes causas no han sentido con la misma intensidad el conflicto.

Quizás la consecuencia más visible de esta situación sea el aumento de los ingresantes al paro, de los cuales una ínfima minoría encontraran un nuevo trabajo con el mismo nivel de ingresos que el que tenían en el pasado reciente y ni que hablar los que deban cambiar de rubro o simplemente vivir con lo cobren del paro.

Y aquí si aparece la similitud, la brecha entre los egresos del pasado y los ingresos del presente tiene un nombre y ese es pérdida de calidad de vida.

Con lo cual en el primer caso (subida de precios con sueldos casi constantes) y en el segundo (precios casi constantes con sueldos nuevos de menor cuantía) la situación se parece bastante en términos absolutos (disminución de la calidad de vida) aunque la diferencia se dé en términos relativos (cantidad de la disminución)

Qué se puede hacer en estos casos quizás sea la pregunta que se impone y desde el común de la gente la respuesta creo que puede resumirse en una sola palabra: ASUMIR, traducido a términos aún más coloquiales sería: ENTERARSE.

A esta altura de los acontecimientos creo que todos se habrán dado cuenta de la intensidad, con lo cual lo mejor que se puede hacer es no volverse loco, entender que a veces es cierto que todo tiempo pasado fue mejor y vivir con la nueva realidad, hasta que esta situación se encarrile nuevamente, aunque difícilmente la construcción no será lo que ha sido, al menos por un tiempo quizás prolongado.

La duración de la crisis, la intensidad, las consecuencias, son variables día a día, y con esa realidad es que es necesario vivir y tengo la sensación que algo bueno está pasando y es que desde casi todos los rincones de nuestro querido planeta se ha tomado debida nota de la gravedad y quizás entre todos los que tienen obligaciones y responsabilidades superlativas, puedan hacer algo para dar una solución.

Esperemos que la encuentren, que en la nueva etapa que se avecina se establezcan controles que eviten estas situaciones, que se auxilie a los verdaderos damnificados por la situación (trabajadores, hipotecados, etc.) y que de alguna manera no queden impunes quienes nos hayan “ayudado” a llegar a este penosísimo final de la primera década del nuevo siglo, la cual seguramente será tristemente recordada de la que quedará sólo el recuerdo y la posibilidad de decir que: ESTUVIMOS ALLI.

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