lunes, 22 de septiembre de 2008

AMBULANCIAS PARA CONVERSOS


Este análisis está dedicado a conversos de la libertad mercado, que en los momentos de crisis piden auxilio y en los de bonanza regalan binoculares, para que los veamos desde lejos.

Al final del camino, estamos asistiendo a una conversión casi increíble, los cultores internos y externos de la economía de mercado, la ultra liberalidad elevada a la máxima potencia, pidiendo socorro a papá estado.

En estos días cerca de un billón de dólares de las arcas públicas volcados a socorrer a los que están en dificultades, hablando en un idioma comprensible podríamos decir que ahora la pasta aparece.

Y digo ahora, porque según comentaba el Director General de la FAO, la semana anterior en la SER, de los 20.000 millones que la comunidad internacional se había comprometido a poner la paliar el hambre en el mundo, sólo había recibido 1.000 millones.

Aunque no descarto que en estos días hayan completado el aporte comprometido, quizás con tantos problemas financieros, le falte llegar alguna moneda.

Porque claro, el hambre en el mundo quizás pueda esperar a tiempos mejores, aunque honestamente tengo mis dudas al respecto.

Obviamente que hay salvar el planeta de un cataclismo que se cargaría a una importante cantidad de gente, pero alguna vez sería bueno también que a alguno lo pusieran en penitencia, que a los listillos, que no vamos a negar existen, les cobraran por este desastre.

Las hipotecas basuras que recibieron los “ninjas” no fueron otorgadas como una condición “sine qua non” para seguir viviendo, pero convengamos que fueron infantilmente arrastrados a endeudarse con un proceso de seducción y encantamiento que sería el sueño dorado de más de una secta, poder ejercer y que poco se hizo por decirles con claridad: ¡macho, esto no es para ti! sino, todo lo contrario.

En el tercer mundo, ante los errores cometidos por el desconocimiento de la leyes se dice que: nadie puede aducir su propia ignorancia, o sea que famoso: si sabía no venia, hoy por hoy no es excusa.

Con lo cual aceptemos, al menos por un instante, que hay responsabilidades compartidas, pero ahora hay que conectar la sirena a la ambulancia y salir a recoger heridos, algunos imprudentes y otros indecentes, pero todos a la urgencia de la sanidad pública.

Un capitulo aparte requieren los que se endeudaron con grandes dotes de riesgo, en un escenario asintótico entre la inversión de riego y la osadía especuladora, comprando casi sin dinero propio solares en la luna, con la ilusión de recalificarlos a la velocidad de la luz y subir al podio de los grandes triunfadores y ahora ni lo construyen, ni lo pueden vender y mucho menos pagar, ¡vaya otra ambulancia para ellos!

Y así la lista puede continuar, los apostatas de la economía de mercado, que circunstancialmente podrán poner PAUSE con el mando a sus creencias hasta nuevo aviso, los que no tendrán esa oportunidad, porque estos vaivenes siempre a alguno lo sacan del sistema, podrán llevar en sus recuerdo que con su aporte se salvaron del naufragio muchos emprendedores, que muy satisfechos se seguirán paseando en sus coches envidiables y poniendo de moda sitios exóticos, para que cuando todo vuelva a la normalidad se produzca el deseado efecto derrame.

O sea que cuando la copa de arriba se llene, empiece a descender el cava llenando las de abajo y al final todas las copas estarán llenas para el gran brindis, eso si, esperemos que en la próxima vuelta, no se rompa de nuevo de la botella y las copas de abajo se queden otra vez con lengua seca.

Mientras esperamos ese nuevo derrame de felicidad, tendremos quizás algún derrame cerebral por las pérdidas irrecuperables que incautamente supimos adquirir, pero afortunadamente, en una acción mancomunada y ejemplificadora, varios bancos centrales inyectarán dineros públicos para salvar del desastre a bancos, empresas, sociedades de inversión, hipotecarias y hasta quizás para pagarle el blindaje a algunos que a pesar del desastre tienen su futuro asegurado.

Mientras tanto, el hambre en el mundo puede seguir esperando, total los que viven con menos de un dólar por día no tienen ningún brócker especulador a quien hacerle comprar y vender acciones, consecuentemente no representan un peligro para la paz financiera internacional, y eso es bueno, ya que no destruirán puestos de trabajo, en definitiva el capital más preciado que tienen las empresas.

Mientras tanto, el espectáculo debe continuar,y el baile debe seguir.


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