lunes, 29 de septiembre de 2008

MOROS Y CRISTIANOS EN LA CRISIS


Este análisis está dedicado a los que creen que la crisis sólo se cargará a los bancos, sin tomar debida nota que la situación empeora día a día y que podrá alcanzar a más de un incauto.


Como sucede en las fiestas de Moros y Cristianos cuando la banda se viene acercando a donde uno está, puede percibirlo aún con los ojos cerrados, ya que la música suena cada vez más fuerte.

Primero es un simple retumbar para luego convertirse en ensordecedor y así también funciona en algunos órdenes de la vida y también en la economía.

Esto viene a cuento de algo que cada vez suena con mayor intensidad desde diferentes sectores y que tiene mucho que ver con el tema las relaciones laborales.

En estos días el presidente de la CEOE planteo que “…ante situaciones excepcionales, el Gobierno tiene que tomar medidas excepcionales…” y dentro de esas medidas propuso un abaratamiento del despido.

En línea más o menos coincidente con el anterior, el gobernador del Banco de España, pidió a Gobiernos y parlamentos que huyan del “cortoplacismo” y que sean “…más audaces para acometer reformas estructurales que flexibilicen la economía, liberalicen mercados y sectores e incrementen la competencia.”

A las expresiones del primero, las respuestas del sindicalismo no se hicieron esperar manifestando el rechazo y hasta el presidente del gobierno quien finalizó su desacuerdo con una frase que me deja pensando, al decir que: No se impulsará ninguna reforma en el mercado laboral sin el concurso de empresarios y sindicatos a través del dialogo social.

Me dejo pensando y preocupado por me hubiera gustado una reacción más categórica, pero nunca llueve a gusto de todos.

Aprovechando que no tengo más responsabilidades ejecutivas que procurar el alimento para familia, me tomo el atrevimiento de oponerme a este nuevo intento de avasallar los derechos de los que con su trabajo hicieron grande a muchos empresarios, mucho más grandes que a sus propias empresas, por ese mecanismo irredento de empresarios ricos con empresas pobres.

Este intento remanido de socializar la crisis y privatizar las bonanzas hace bastante poco favor a la economía, entendiéndose como ciencia abstracta sin componente humano, ya que no hará más que contraer, aún más, el consumo, no el que se genere por las indemnizaciones, sino el de hoy mismo, porque si esta música sigue sonando, cualquier decisión que deba tomarse en el futuro inmediato será oportuno postergarla o directamente eliminarla del inconsciente colectivo.

Ya bastante hay con los expedientes de regulación de empleo y con los despidos objetivos, cuando no con el formar parte de un proceso concursal, como para que se pretenda avanzar en ese sentido.

Habría que preguntarse, aunque la respuesta se adivine, respecto de si en el pasado glorioso, cuando la actividad era febril y aquí se construían varios cientos de miles de viviendas por año o se producían y vendían cantidades impresionantes de coches, si los que hacían su aporte como trabajadores, fueron tentados a asociarse a las empresas, casi seguro que no, o si realmente hubo participación en los beneficios, antes de impuestos obviamente.

En el caso negativo, por el que me inclino, me parece que hace flaco favor a la seguridad jurídica el planteamiento de abaratar los costes laborales, ya que la retroactividad de las leyes, en un sentido o en otro es un componente inexistente para las democracias modernas y consolidadas.

De todos modos y a tenor que ante situaciones especiales el gobierno debería tomar medidas especiales, podría plantearse un incremento de las indemnizaciones, como un mecanismo para activar la economía, devolver la confianza y dar signos inequívocos del compromiso generalizado en la resolución de la crisis.

Es un chiste, lo aclaro, no sea cosa que me internen en una clínica psiquiátrica.

1 comentario:

Mundy dijo...

solo,para probar